miércoles, 27 de marzo de 2013

Ejercicios de lectura: trabalengua, R, S y Z.



Gracias a Internet se pueden encontrar muchos textos para practicar la lectura. Aquí van una serie que sirven de apoyo para trabajar una correcta dicción.

    Como sugerencia señalaría que se pueden intentar leer con un tapón, como de botella de vino, en la boca, sujetándolo entre los dientes sin apretar, intentando que suenen como si no se tuviese y manteniendo siempre un mismo ritmo que empezaría lento, en las primeras lecturas, y a medida que uno vaya controlándolas, puede acelerarlo.


    TRABALENGUAS


En una granja había una cabra ética, pelética, patética, pelín pelambrética, peluda, potruda, pelín pelambruda, moñuda y tozuda que se cruzó con un cabrón ético, pelético, patético, pelín pelambrético, peludo, potrudo, pelín pelambrudo, moñudo y tozudo y la cabra ética, pelética, patética, pelín pelambrética, peluda, potruda, pelín pelambruda, moñuda y tozuda parió cinco cabritos éticos, peléticos, patéticos, pelín pelambréticos, peludos, potrudos, pelín pelambrudos, moñudos y tozudos.

Tengo una gallina pinca, piririnca, piriranca con las patas patudas, plumadas, patrudas, perroncas y puercas plagadas de pulgas que tiene unos polluelos pincos, piririncos, pirirancos con las patas patudas, plumadas, patrudas, perroncas y puercas plagadas de pulgas. Si mi gallina no fuera pinca, piririnca, piriranca con las patas patudas, plumadas, patrudas, perroncas y puercas plagadas de pulgas sus polluelos no serían pincos, piririncos, pirirancos con las patas patudas, plumadas, patrudas, perroncas y puercas plagadas de pulgas.

Me han dicho que has dicho un dicho que te han dicho que yo he dicho. Si yo hubiese dicho ese dicho que te han dicho que yo he dicho y que me han dicho que has dicho tú porque te han dicho que yo lo he dicho estaría muy bien dicho porque ese dicho que me han dicho que tu has dicho porque te han dicho que lo he dicho yo estaría muy bien dicho.

A Cuesta le cuesta subir la cuesta, y en medio de la cuesta, va y se acuesta. Cuesta, ¿cuánto cuesta la cuesta que te cuesta? Esta cuesta no cuesta porque me cuesta si no me costase esta cuesta costaría lo incuestionable. Levántate de la cuesta Cuesta y dime, de verdad, ¿cuánto cuesta la cuesta donde te acuestas a media cuesta porque te cuesta? Me cueste lo que me cueste esta cuesta no cuesta lo que cuesta subirla.

Era una madre godable, pericotable y tantaratable, que tenía unos hijos godijos, pericotijos y tantarantijos. Un día la madre godable, pericotable y tantarantable dijo a sus hijos godijos, pericotijos y tantarantijos: - ¡Hay, hijos godijos, pericotijos y tantarantijos! Id al monte godonte, pericotonte y tantarantiebre y traerme una liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre. Y los hijos godijos, pericotijos y tantarantijos fueron al monte godonte, pericotonte y tantarantiebre a por la liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre, que la madre gadable, pericotable y tantarantable había mandado a sus hijos godijos, pericotijos y tantarantijos.

Amigo mío, compra buena capa parda, que el que buena capa parda compra, buena capa parda paga; que esté bien hilada, bien bordada y bien acortapizada; si no está bien hilada, bien bordada y bien acortapizada, se llama al hilador, al bordador y al acortapizador, para que la hile, la borde y la acortapice mejor


TEXTO CON "R"

Recordemos que el fonema /r/ es vibrante, lingualveolar y sonoro.

Son raras esas ratas roedoras que rabean tras los cerrojos de los armarios rojos de la armería del cuartel de artillería de Roma. Rastrean los rastros de rábano que la cocinera deja caer cuando corre a servir a los corredores que se paran a repostar a mitad de la carrera. Roban las cortezas de cerdo que recogen en marzo para la primavera. Roen las raíces y las ramas del arbusto de la entrada de carruajes de la puerta principal. Atraviesan corriendo el cuarto de calderas cuando el calor corroe las cañerías de bronce que transportan el licor de hierbas hasta el bar corredor de la cuarta planta de la armería. Arañan con las zarpas la madera de alcornoque del lavadero de alabastro de la señora del coronel que coordina el cuartel. Rebuscan en la basura de las letrinas cualquier rastro de carne o cereales que haya sobrado del rancho de los alabarderos que hacen la guardia y se relevan cada cuarto de hora frente a la puerta de la armería. Remascan las raspas de rape que sobran de la crema de marisco que preparan para el alférez del turno de media tarde. Rasgan las cortinas de raso rosa que separan en dos partes el corredor de mármol de carrara del torreón del lado norte. Abren las bridas y correas de los potros y percherones que sirven en los carros de los altos cargos. Les agrada, hasta aburrir, deshacer las cuerdas que agarran las monturas de las caballerizas. Son raras estas ratas roedoras que rabean, rastrean, roban, roen, atraviesan, arañan, rebuscan, remascan, rasgan, abren y les agrada hacer cosas en la armería del cuartel de artillería de Roma.


TEXTO CON "S" Y "Z".

    Ante todo decir que es un texto creado para quien quiera hablar con fonética castellana, para poder diferenciar los dos sonidos. No es mejor ni peor, es fonética castellana.


Fonema /s/: fricativo, sordo, linguoalveolar.


Foenma /z/: fricativo, sordo, interdental.


    Como vemos la diferencia radica en la posición de la lengua. En /s/ dejamos salir el aire por una apertura que dejamos entre la lengua y los alveolos de los dientes superiores. Los laterales de la lengua están pegados a los molares y el aire solo encuentra un espacio entre la lengua y el nacimiento de los dientes para poder salir. Mientras que en el fonema /z/ , la lengua, el ápice de la lengua, la punta, se encuentra entre los dientes superiores e inferiores y es, al rededor de este ápice, por donde el aire sale.

La tenaz timidez que sentía Sebastián era una idiotez que le solía volver incapaz para ser capataz de las salinas de Jerez. Acentuaba su morenez el disfraz azulón que le hacía parecer un pez con sus trazos de vejez a pesar de ser un sobrado mocetón con aquella nariz que, en un azote, en su niñez, al hacer una memez, le soltó, al infeliz, un alférez de Cádiz.
Con diez años en su faz, empezó de forma audaz, a buscarse, en la escasez, el arroz, o la caza con buen pan, o algún pez, o si no, una pájara torcaz, que cazaba cual zahorí o rapaz, esperando en una zanja, escondiendo la testuz rizada de zagal, cual tozudo gran tarzán. Rezumaba sagacidad esperando que saltará la perdiz y, en el desliz, saliera satisfactoriamente de la liz.

Y ya en su madurez, sin ser panzón ni mazas, gustaba a las mozas por sus zarandajas y su aspecto, que lejos de parecer un cenutrio, sabía azuzar a las mozalbetas con celosas zalamerías y el cimbrar de los exuberantes músculos de sus extremidades que sin ser de Zeus, se semejaban a los de otros dioses. Se sabía sacar suficiente partido sin demasiado esfuerzo. Se trenzaba los rizos zanahoria de la testa, se calzaba unas calzas color mazorca, sin calzón pero con cinturón, utilizaba unos brazaletes relucientes en sendos brazos como los zulús, y de calzado unas simples zapatillas celestes, sin calcetines, que semejaban dos hermosos pies de cielo.

Todos los meses de marzo, utilizaba la amenaza del paso de los tiempos, para intentar zanjar sus miedos, construyendo una mansión solariega, en medio de la meseta, tras un trozo enorme de caliza que le daba protección del azote de los vientos. La casa tenía azotea y terraza. En el zaguán nacían unas zarza, dos azucenas y una azalea. El silencio rebosaba y, sin meditación, inducida a la paz. Pero todos los mese de Marzo, tras el día catorce, llegaban los destrozos y, cual acorazado, lo dejaba todo hecho trizas, y sólo quedaba esperar a volver a empezar el siguiente mes de Marzo.


 



 

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